Enclavado en Camargo, en la pintoresca región de los Cintis, el Museo Cruz Huasa emerge como un monumento viviente que rinde homenaje al esplendor de la producción vitivinícola durante la fiebre minera.
Este testimonio invaluable es cuidadosamente preservado por los visionarios propietarios, Benjamín Aramayo y Hortencia Rivera, quienes han sabido mantener viva la llama del patrimonio etnográfico.
Desde las centenarias plantas de vid hasta las damajuanas que albergan la esencia misma del proceso, pasando por los cátaros de barro que han sido testigos mudos de generaciones, el museo traza un recorrido exquisito a través de la historia. Destaca especialmente el testimonio de la ancestral pisa de la uva, un ritual que despierta los sentidos y es parte integral del proceso para extraer el preciado jugo.
La nieta de los ilustres propietarios, Carolina Aramayo, actúa como guía apasionada en este viaje por la memoria. Con orgullo relata cómo los Cintis han regalado al mundo el sabor y la fragancia del auténtico origen del singani, ese destilado que se ha convertido en sinónimo de la región, con sus raíces hundidas en la comunidad de Uruchini.
Todos coincidieron en que el singani, nombre genérico del destilado de la uva moscatel de Alejandría, tiene sus raíces profundas en la región antes conocida como provincias Pilaya y Pascaya de Chuquisaca.
La denominación «singani» encuentra su origen en la riqueza cultural de la región. La palabra aymara/quechua «siwingani» se compone del sustantivo «siwinga», el nombre de una planta abundante en la zona, y el sufijo «ni», que indica abundancia. Este nombre se asociaba a una antigua hacienda en las riberas del río Uruchini en el actual municipio de San Lucas, donde se gestó la destilación de este aguardiente en la k’onchana, un fogón construido con barro.
En definitiva, el Museo Cruz Huasa no solo preserva objetos y técnicas, sino que encarna el espíritu y la identidad de una región que ha contribuido de manera significativa a la riqueza cultural y gastronómica de Bolivia. Este legado, sostenido por la dedicación de sus propietarios, se erige como faro que ilumina la historia vitivinícola de los Cintis, recordando al mundo la esencia única del singani, forjada en el corazón de Uruchini.
Via: ERBOL