
El vapor asciende lentamente desde el plato, liberando un aroma que evoca la frescura de los ríos y los campos dorados de quinua. El primer bocado comienza con la suavidad de la trucha, su carne tierna se deshace al contacto con la lengua, impregnada de un ligero ahumado que resalta su sabor natural. Debajo, un lecho de quinua cocida a punto perfecto ofrece una textura esponjosa y delicada, con un leve crujir de algunos granos que contrastan sutilmente con la untuosidad de una salsa cítrica, elaborada con ají amarillo y un toque de huacataya. Cada cucharada es un viaje entre lo cremoso y lo terso, entre lo suave y lo vibrante.
Para culminar, una fina costra de quinua crocante corona el plato, aportando un crujido inesperado que despierta el paladar y cierra la experiencia con una armonía de texturas y sabores. Como una melodía bien compuesta, el plato se despliega en notas dulces, saladas y ligeramente picantes, dejando en la memoria un eco de la riqueza culinaria del país.
La gastronomía boliviana es un festín de sabores, colores y tradiciones que cautiva a quienes la descubren. La combinación de influencias indígenas, coloniales y mestizas en sus ingredientes autóctonos la convierten en una experiencia única para los viajeros. Con una riqueza culinaria sustentada en la biodiversidad del país y una innovación constante, Bolivia se posiciona como un destino emergente en el turismo gastronómico.
Saira Duque, experta en turismo y docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, señala que «la experiencia de visitar mercados populares o los restaurantes de comida gourmet, conocer los platos típicos tradicionales, sus técnicas, las materias primas utilizadas y probar la comida local, todo ello permite a los turistas conocer las historias, costumbres y tradiciones de nuestro patrimonio alimentario».
Bolivia cuenta con ingredientes exclusivos que no se encuentran en otras partes del mundo, lo que la convierte en un destino culinario exótico y seductor. Desde las alturas del Altiplano hasta la exuberante Amazonía, los turistas pueden deleitarse con una variedad impresionante de alimentos que reflejan la identidad de cada región.
Innovación en la cocina
Uno de los pilares fundamentales del auge gastronómico boliviano es la constante investigación y experimentación en la cocina. Abraham Aro, jefe de laboratorio de Gustu, destaca la importancia de este proceso creativo.
«El valor que le damos nosotros es el tiempo de investigación. Primero se hace en el laboratorio, después pasa a los jefes de cocina, se hacen las pruebas de los platos y posterior a eso sale para el comensal. Pasa por diferentes filtros antes de que salga a mesa, es un proceso por lo menos de tres meses para hacer unos cuantos platos», explica.
Este tipo de trabajo permite la creación de productos innovadores como vinagre de papa, sidra de chuño, yuca caramelizada o vinagre de plátano. Cada experimento amplía las posibilidades culinarias y refuerza el compromiso de los chefs con la sostenibilidad y el aprovechamiento de ingredientes locales.
Rescate de sabores ancestrales con técnicas vanguardistas
En la vanguardia de la cocina boliviana, los chefs combinan técnicas ancestrales con un enfoque moderno. Jairo Michel, jefe de cocina en el mismo restaurante, explica que ellos tratan de mostrar todos estos productos, pero desde otro enfoque.
“Con técnicas un poco más de vanguardia y rescatando técnicas ancestrales como el ‘tucupí’ (una técnica para elaborar salsa), buscamos que los extranjeros puedan llegar a conocer el producto boliviano (…), desde el enfoque de una cocina de autor», señala.
Uno de esos platos innovadores es «Hongos y maíces», donde el hongo ostra es sometido a un soplete de cocina para potenciar su sabor ahumado. La preparación se sirve sobre un puré de maíces y se cubre con una salsa de aves, creando una experiencia sensorial inolvidable.
Por otro lado, Kenzo Hirose presenta «Lagarto tucupí», una creación fría donde la carne de lagarto es curada en azúcar y sal, y se sirve con una mezcla de salsa de tucupí y papaya. La presentación es tan impactante como el sabor: en un trozo de caña gruesa con emulsiones de palta y una lámina crocante de yuca.
Una joya gastronómica
Bolivia es hogar de superalimentos como la quinua, los diferentes tipos de ajíes y frutas exóticas como el guapurú y el cacao silvestre.
Camila Lechín, chef internacional, cofundadora del restaurante Hapococina y speaker del TEDx Unifranz, destaca la versatilidad de la almendra chiquitana, a la que llama «la pequeña joya».
«Algunas de las almendras las íbamos a hacer pasta, otras las íbamos a freír y otras las íbamos a tostar. A medida que sucedía el proceso yo fui entendiendo que los diferentes procesos nos iban a dar diferentes resultados en diferentes texturas y diferentes sabores» recuerda Camila.
Estos ingredientes no solo aportan riqueza a la gastronomía local, sino que también se convierten en un atractivo para los turistas interesados en la alimentación saludable y sostenible.
Turismo gastronómico como estrategia de desarrollo
La gastronomía es más que una experiencia sensorial; también es un motor de desarrollo económico y cultural.
Sumaya Prado, gerente general de Gustu, enfatiza que «el cocinero tiene una misión muy grande que es de representar a su cultura, visibilizar a sus productores, dar voz a los productos con los que trabaja. Estamos convencidos que la gastronomía es una de las más poderosas herramientas de progreso de las naciones».
Sin embargo, a pesar del gran potencial que tiene Bolivia para el turismo gastronómico, aún existen desafíos por superar. «Se requiere medidas específicas que beneficien al turismo, una política de cielos abiertos, seguridad para el turismo o mejorar los servicios turísticos a través de capacitación a todos los prestadores de servicios turísticos», explica Prado.
Para Duque es clave fortalecer el sector gastronómico con «mayor apoyo multinivel para mejorar en infraestructura, incentivos, capacitación, certificaciones para la profesionalización y servicio al cliente para cumplir con los estándares esperados por el turismo».
La gastronomía boliviana es un reflejo vivo de su historia, geografía y diversidad cultural. Con una combinación de ingredientes autóctonos, técnicas ancestrales y una constante innovación, Bolivia tiene todo el potencial para consolidarse como un destino culinario imperdible para los viajeros del mundo. A medida que se fortalezcan las estrategias de promoción y se optimicen los servicios, el turismo gastronómico boliviano podría convertirse en un referente internacional, ofreciendo una seductora invitación a descubrir el país a través de sus sabores.
Via: El DEBER