
Ahí, en las alturas del Parque Nacional Tunari, entre el vaivén de las nubes, el trinar de aves nativas, los bosques de kewiñas, conocidos como los árboles endémicos de los Andes, y flores silvestres de intenso color violeta, que dan nombre al lugar, está La Phia, una comunidad donde todo es paz.
Para llegar a esta comunidad de las alturas, ubicada a una hora de Tiquipaya, en Cochabamba, los visitantes deben ascender el imponente Tunari por un sendero de piedra.
Paisajes de ensueño, cerros repletos de vida, árboles de kewiñas, hileras de ríos con aguas cristalinas, extensos cultivos de flores locales y aves nativas, incluyendo una variedad de colibríes, acompañan el recorrido.
El trayecto hacia esta comunidad, guardiana de bosques nativos y comprometida con el turismo verde y la protección de la naturaleza, debe realizarse con precaución, especialmente durante la temporada de lluvias, entre noviembre y marzo.
Allí, en la puerta de ingreso a La Phia, donde las nubes danzan al ritmo del viento, un gigante custodia el lugar: el “Eucalipto Jefe”, un majestuoso árbol de más de 40 metros de altura, cuyo grosor solo puede ser cubierto por el abrazo de al menos tres personas.
Paisajes de ensueño, cerros repletos de vida, árboles de kewiñas, hileras de ríos con aguas cristalinas, extensos cultivos de flores locales y aves nativas, incluyendo una variedad de colibríes, acompañan el recorrido.
El trayecto hacia esta comunidad, guardiana de bosques nativos y comprometida con el turismo verde y la protección de la naturaleza, debe realizarse con precaución, especialmente durante la temporada de lluvias, entre noviembre y marzo.
Allí, en la puerta de ingreso a La Phia, donde las nubes danzan al ritmo del viento, un gigante custodia el lugar: el “Eucalipto Jefe”, un majestuoso árbol de más de 40 metros de altura, cuyo grosor solo puede ser cubierto por el abrazo de al menos tres personas.
EL PROYECTO
Mientras las quenas, zampoñas y bombos suenan al ritmo de melodías andinas interpretadas por los habitantes locales, quienes reciben a los visitantes con calidez, Maydé Espinoza, de la Unidad de Turismo de la Alcaldía de Tiquipaya, explica a la revista ASÍ de OPINIÓN que, en diciembre de 2022, con el objetivo de promover el turismo comunitario de “altura”, Tiquipaya lanzó el primer circuito agroecológico denominado “La Phia Jampikun” o “La Phia que cura”, en el dulce idioma quechua.
El proyecto, inspirado en la riqueza de plantas medicinales que alberga la comunidad, más de un centenar de variedades según reportan los comunarios, se centra en la promoción de medicina natural para el cuerpo y seis destinos altamente atractivos, entre ellos el Eucalipto Jefe, laguna verde, el bosque de kewiñas, el mítico socavón Quri Allana y un mirador con vista a todo el valle cochabambino.
La propuesta surgió como parte del proyecto de dos estudiantes del Instituto Humanístico Federico Álvarez Plata, quienes, junto con el trabajo de los comunarios y la colaboración de la Alcaldía de Tiquipaya, hicieron posible este sueño.
Como resultado de este esfuerzo, solo en 2024 el circuito recibió la visita de cerca de 80 turistas, en su mayoría locales.
Hoy, la ruta turística de La Phia, que requiere al menos 10 horas de recorrido, no solo está activa, sino que suma dos puntos que “curan”. Se trata de albergues bautizados como Janaj Pacha y Uk’u Pacha, ubicados en espacios “sagrados”, inspirados en la cosmovisión andina y diseñados para “sanar el alma”.
“Estamos reforzando la curación, pero desde la parte espiritual, ya no es solo medicina para las dolencias, sino medicina para el alma”, resalta Espinoza.
La experiencia es realizada de la mano de guías locales, concretamente seis, quien fueron capacitados incluso en canyoning, el deporte de aventura que consiste en el descenso de barrancos.

EL “JANAJ PACHA”, EL CIELO EN LA PHIA
Así, con el proyecto en marcha y luego de unos minutos de caminata, los visitantes que se aventuren a “sanar el alma” pueden visitar el “Janaj Pacha” o “mundo de arriba”, en quechua.
Se trata de un albergue contemplativo y circular, equipado con leña, cueros de oveja y ollas de barro, para acoger a todo visitante dispuesto a disfrutar de amaneceres y atardeceres desde el mismo cielo.
Según estudios culturales, el Janaj Pacha es el verdadero reino celestial habitado por deidades andinas, donde las nubes tienen su hogar y las aves danzan cerca de las estrellas, la luna y el sol.
En La Phia, el Janaj Pacha tiene una particularidad: fue construido bajo la filosofía del “ayni” o ayuda mutua con la colaboración de la comunidad, la misma que cuida los bosques más grandes de kewiñas y alisos que alberga el Tunari, cuya función es atraer la lluvia para regar al valle cochabambino.
Víctor Merino, el arquitecto de estos espacios, cuenta que el refugio fue construido con tierra, cañahueca, piedra y paja, materiales biodegradables extraídos de la misma comunidad.
Desde este punto, asegura que el “Janaj Pacha” en la cima de La Phia es un lugar “sagrado” y un espacio para “sanarse” del mundo, con la ayuda de la naturaleza.
“La energía en la ciudad es densa. La Phia es un lugar para escaparse y recuperar toda la energía, incluso para sanarse. No hay que pensar solo en la salud física, sino también en la salud espiritual. Si tenemos un espíritu saludable, estén seguros de que, donde estén, van a brillar”, reflexiona Merino.
Los visitantes que opten por realizar este viaje a las alturas del Tunari también podrán degustar la comida típica de la comunidad, donde las papas arenosas, el trigo tierno y las manzanas y frambuesas orgánicas, producidas a casi 3.000 metros sobre el nivel del mar, forman parte de la gastronomía local.
UN BOTICARIO NATURAL
Mario Rocha, guía comunitario y vicepresidente de La Phia, está convencido de que su comunidad “no depende de médicos de la ciudad”. Esto se debe a que, en cada milímetro de tierra de su hogar, brota una planta que sana.
“Conocemos las plantas y qué planta nos va a curar. Un líder que teníamos en la comunidad decía siempre que, gracias a los fungicidas, los hospitales están llenos”, enfatiza con seguridad.
De acuerdo a los estudios previos de los habitantes de La Phia, su hogar alberga más de 100 variedades de plantas medicinales para curar el cuerpo, desde aquellas que combaten los dolores de estómago y menstruales hasta los de próstata, tos, gripe, cabeza e incluso la gastritis.
Esto no sería posible sin sus protagonistas: las kewiña, alisos, variedades de muña, wira wira, salvia y artemisa, entre algunas.
Ante esta riqueza medicinal, surge un llamativo proyecto: dar vida al boticario medicinal de La Phia.
“Estamos en proceso de capacitar a la comunidad en eso porque tenemos colaboraciones con otras instituciones que se dedican a ello. Se trata de un boticario netamente con plantas medicinales, como un botiquín, pero con plantas medicinales”, revela Espinoza.
U’KU PACHA
La experiencia religiosa y el proceso de curación en La Phia continúa con la visita a otro albergue: el U’ku Pacha, que en quechua es traducido como el “mundo de abajo” o “mundo interior”.
Este espacio de recogimiento espiritual, con las mismas características estructurales del primero, se encuentra a 30 minutos de descenso desde el Janaj Pacha.
Para llegar allí, los visitantes deberán atravesar bosques de alisos y kewiñas, en medio de un sinfín de plantas medicinales.

SOCAVÓN
Finalmente, frente al U’ku Pacha se encuentra un socavón centenario. Cuenta la leyenda que la mima, hoy abandonada, fue trabajada por los antiguos “patrones” para extraer oro y que en su interior también yacen las “piedras de la sanación”.
Pero, ¿de qué piedras se trata? Pues de cuarzos, cuyos usos en el ámbito de la meditación y sanación están ligados a sus propiedades curativas y energéticas.
Con la ayuda de equipos alemanes que miden campos electromagnéticos, eléctricos y de radiofrecuencia, el ingeniero Willy Flores explica que todo el sector está libre de radiación electromagnética. A ello se suma que el cuarzo existente en el sector emite una “energía muy buena que sana cualquier cosa”.
“Todas esas energías las hemos medido aquí. Si comparamos este lugar con la ciudad, la calidad del aire, del suelo, del agua y también de la energía que emiten los cuarzos es muy beneficiosa para la salud. Con solo pasar una noche en la casa de sanación, es beneficioso”, resalta Flores.
RECOMENDACIONES
Si estás interesado en conocer La Phia y ser parte de esta aventura turística que conecta al hombre con la tierra y los saberes andinos, toma nota: no debes olvidar llevar botas de trekking, diseñadas para recorrer senderos, caminatas en diversos lugares, escaladas y expediciones en la naturaleza.
Protector solar, un ponchillo para la lluvia, sombreros y gafas son otros de los accesorios indispensables y recomendados para ascender al Tunari. En caso de optar por quedarte, es recomendable llevar una bolsa de dormir.
Con su mirada puesta en el socavón y frente al caudaloso río Quri, el también productor y secretario general de La Phia, Hilarión Rocha, asegura que este año su “misión” es “activar el turismo”, puesto que además de ser una fuente de ingreso para la comunidad es un medio para preservar y rescatar su cultura.

Via: Opinión