Sábado, Julio 27
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“Carlitos”: El mejor restaurante boliviano en Buenos Aires

Buenos Aires, una metrópoli, alberga una amplia gama de restaurantes que reflejan la importancia de la migración en esta vibrante ciudad.

Entre las comunidades migrantes más destacadas se encuentra la judía, que ejerce una fuerte influencia en el centro de la ciudad y la boliviana cuya población es bastante extensa.

En medio de esta diversidad gastronómica, en la calle Tucumán No. 2678, se encuentra Carlitos, un establecimiento cuyo propietario, Juan Carlos Mendoza Villalta (48 años), casado con Simona Campusano, es originario de La Paz, hincha del Bolívar y del Independiente de Avellaneda gracias a la presencia de uno de los mejores defensores del fútbol boliviano, Oscar Sánchez, quien alguna vez jugó en este último equipo, destaca en la gran Buenos Aires.

La ubicación privilegiada de Carlitos, en pleno centro de bonaerense, marca una gran diferencia respecto a otros restaurantes bolivianos. Esto lo convierte en el principal embajador de la gastronomía boliviana en la capital argentina, no solo satisfaciendo el paladar boliviano, sino también atrayendo a argentinos y turistas de diferentes partes del mundo que visitan la ciudad.

En sus mesas, podemos encontrar a Adrián y Lucía, una pareja de argentinos que ya han viajado a Bolivia y que, por primera vez, están disfrutando de los sabores de Carlitos. “Bolivia es el país más auténtico de Latinoamérica”, afirma Adrián mientras deleita su paladar con una sopa de maní, y Lucía disfruta por primera vez de un chairo especial, acompañado de unas deliciosas salteñas.

Ambos expresan su alegría por tener este restaurante boliviano en el corazón de la ciudad, ya que de lo contrario tendrían que desplazarse hasta el barrio de Liniers, lo que implicaría un viaje bastante extenso.

Pero Carlitos no es solo un restaurante, es una historia de lucha y determinación, la historia de su dueño, quien afirma: “Mi vida ha sido una constante búsqueda de oportunidades”. Desde una edad temprana, Juan Carlos tuvo que trabajar para ayudar a su madre, Felicidad Villalta, vendiendo cristales en el mercado y en diferentes comercios.

A partir de los 14 años, comenzó a trabajar en diversos oficios, desde voceador de minibús hasta ayudante de albañil y árbitro. Los fines de semana, ayudaba en la cocina del bufet que su madre administraba dentro de un complejo deportivo en la ciudad de El Alto. Fue así como Juan Carlos dio sus primeros pasos en el mundo de la gastronomía.

Cuando se graduó de bachiller, al igual que sus cinco hermanos mayores, decidió emigrar a Argentina en busca de oportunidades de prosperidad que consideraba inalcanzables en Bolivia. Al llegar, como la mayoría de los migrantes bolivianos, comenzó a trabajar en un taller de costura, donde permaneció durante dos años. Posteriormente, incursionó en el sector del corte, primero como ayudante y luego como cortador.

“En ese empleo, estuve diez años y trabajaba en blanco, pero no quería depender de un empleo de por vida”, afirma Mendoza. Fue entonces cuando decidió aprovechar la oportunidad de comprar un negocio de parrilla. Abandonó así la seguridad de su trabajo anterior para aventurarse en el mundo culinario, especializándose en parrilladas.

“Dirigir un negocio de parrilla no es tarea fácil; conlleva sus riesgos, especialmente en lo que respecta al manejo de combustible. De hecho, en una ocasión, los bomberos tuvieron que intervenir debido a un accidente”, recuerda Mendoza.

Por eso, hace exactamente diez años, un 16 de julio, decidió inaugurar Carlitos, que hasta la fecha sigue siendo su mayor emprendimiento. Se siente profundamente orgulloso de ello y, por tanto, dedica toda su energía, a atender a sus clientes y en la preparación de los platos.

Vía: OPINIÓN

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