Sábado, Julio 27
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Los Doctorcitos Luminosos

“Con elegante danza, alegría, fe y devoción, los Doctorcitos Luminosos siempre brillan en Gran Poder”. Este es el lema de la fraternidad, una entidad que surge de los sectores populares de la Fiesta Mayor de Los Andes. La fiesta del Gran Poder se destaca por la danza de la morenada, la más importante del mundo andino urbano actual.

Aunque solo 16 de las 64 fraternidades son de morenada, su número de participantes supera fácilmente la mitad de los bailarines de toda la fiesta, convirtiéndola en una danza pesada. Sin embargo, en medio de esta multitud de morenos que engalanan la Fiesta Mayor de los Andes, existen danzas y grupos modestos en apariencia, pero de gran importancia para el folclore nacional.

Estas danzas son las que permiten la diversidad de coreografías, vestimentas y músicas en la fiesta, marcando la diferencia y revelando las múltiples estéticas presentes en la popular fiesta paceña. Una de esas danzas es la de los Doctorcitos, conocidos como la fraternidad Doctorcitos Luminosos en Gran Poder, una de las fraternidades más importantes de la festividad.

En 1963, el señor Francisco Bertin con su familia fundó la “Fraternidad Diablada Auténtica La Paz” para participar en la fiesta de Ch’ijini. Esta agrupación se presentó hasta 1970. En 1965, el gobierno nacional los invitó a participar en un Festival Folclórico en el Estadio, donde fueron reconocidos como una de las tres diabladas más representativas de Bolivia, compartiendo escenario con la “Diablada Ferroviaria” de Oruro y la “Urus” del Gran Poder.

Posteriormente, con la misma base social, fundaron la “Fraternidad Auténtica Luminosos los Primeros Reyes Morenos en Gran Poder” en 1971. Durante catorce años, la Fraternidad se destacó como Reyes Morenos, acumulando trofeos y premios.

En 1987, decidieron cambiar de danza y adoptaron el nombre de “Fraternidad Kantus Luminosos en Gran Poder”, pero solo la representaron hasta 1989 cuando optaron por bailar morenada.

Durante dos años, la morenada fue su elección, pero en 1990, debido al fallecimiento del pasante de ese año, se enfrentaron a una decisión difícil. Consultaron a los familiares del difunto sobre si debían asumir el luto de la Fraternidad y no participar en la fiesta, o participar con crespones negros.

El hijo mayor de los dolientes les autorizó a participar, anunciando que eso era lo que su padre hubiera deseado y que no deberían perder su lugar. Con el permiso de los dolientes y de regreso en Ch’ijini, pasaron frente a una tienda de bordadores y vieron el traje de la danza de los Doctorcitos. Preguntaron sobre la danza y el bordador les explicó, considerando que el traje negro les permitiría mostrar mejor su luto, además de que les atrajo la elegancia. Así, firmaron un contrato con el bordador, quien no sólo les proporcionó los trajes, sino que también les enseñó la danza y la coreografía.

A pesar de su elección de bailar Doctorcitos, don Francisco y los demás miembros de la fraternidad estaban preocupados de que los abogados pudieran iniciar acciones legales en su contra. Para evitar problemas, investigaron y descubrieron que ya se había bailado la danza de los Doctorcitos en algunos pueblos, que la danza ya estaba establecida en los talleres de bordadores y que posiblemente se había bailado en el Carnaval de Oruro y en el Gran Poder.

Con esta información, decidieron seguir adelante con la idea de representar esa danza. Aun así, persistía el temor de enfrentar problemas legales por parte de los abogados, y se decían a sí mismos que podrían alegar ignorancia sobre el carácter satírico de la danza. Sin embargo, el cambio de danza fue bien recibido por la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder (ACFGP), y su presentación introdujo una novedad para el público espectador. A pesar de todo, siempre los acompañaba el temor de que algún grupo gremial de abogados les causara problemas, ya que era evidente que la danza satirizaba a los abogados litigantes.

Curiosamente, los temores de don Francisco y sus allegados se disiparon cuando uno de sus sobrinos estudió derecho y les informó que un grupo de profesores y estudiantes de la Carrera de Derecho de la UMSA había decidido bailar Doctorcitos en la Entrada Folklórica Universitaria. Esto demostró la amplitud mental y el sentido del humor de los propios abogados de la UMSA, quienes pudieron aceptar la parodia.

Como era de esperar, los Luminosos se llenaron de alegría y tranquilidad, y establecieron contacto con los doctorcitos universitarios. El resultado fue fabuloso: un Bloque de Doctorcitos de la UMSA se unió a su fraternidad y los Doctorcitos del Gran Poder acompañaron a los Doctorcitos de Derecho en algunas presentaciones. Así se formó una alianza interesante que evitó un conflicto legal inmenso para don Francisco y sus allegados. En una ocasión, le pregunté a don Francisco si había tenido la desgracia de enfrentar un juicio legal, y se regocijó al confirmarme que nunca tuvo tal experiencia.

La fraternidad Doctorcitos Luminosos y su representación no surgieron de una experiencia traumática con el sistema judicial. Sin embargo, la danza expresa una memoria larga que representa el viacrucis que han enfrentado los sectores populares, siendo víctimas de un sistema cultural legalista. La danza busca burlarse de los abogados pleiteros y los intermediarios que explotan a personas atrapadas en litigios judiciales.

Pienso que la fraternidad Doctorcitos Luminosos fue visionaria en relación con los cambios sociales que estamos viviendo actualmente. ¿No resulta premonitorio que en esta danza se anticiparan las secretarias y abogadas que usan polleras? En su presentación, desde hace mucho tiempo, participan mujeres vestidas como doctorcitas o secretarias con bastones. Hoy en día, esto es parte de nuestra realidad institucional, más democrática y más abierta, aunque aún persisten muchas taras mentales heredadas de los abogados de Charcas, a quienes la danza satiriza de manera más específica.

La danza de los Doctorcitos es una sátira que los sectores populares hacen a los abogados litigantes y a los intermediarios que explotan a las personas atrapadas en litigios judiciales.

La danza busca conjurar los conflictos y dificultades de un sistema corrupto que ha persistido desde la época colonial hasta la actualidad y que cada vez tiende a empeorar.

“La danza representa el viacrucis que han enfrentado los sectores populares, siendo víctimas de un sistema cultural legalista”.

Vía: PÁGINA SIETE

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