Por: Ernesto Guevara Quiroz
Bolivia es un escenario cultural de alta diversidad, lo que ha permitido a lo largo de su historia una rica y preciosa producción artística, que en lo musical ha logrado amplia producción con vertientes nativas precolombinas y foráneas occidentales que en fusión han dado vida a nuestra música. En Púrpura en Línea, por medio de diversos programas radiofónicos, desde 2015 venimos recogiendo testimonios de protagonistas de nuestra historia musical, que a partir de la fecha compartiremos en la Ramona. Comenzaremos con Felipe Paniagua, maestro del charango, con quien tuvimos el placer de conversar en Buenos Aires hace pocas semanas.
Remontémonos a 1968. En Sucre, un inquieto adolescente de 13 años tomó un charango en las manos para encontrar de forma autodidacta las notas de las canciones de Los Beatles, cosa por demás rara tanto para rockeros como para folkloristas en ese momento. Pero, como en todo charango, habitaba en él la música boliviana a la que Felipe se acercó a través de vinilos de Mauro Núñez y Ernesto Cavour. A poco de ello, fue reclutado por un joven grupo denominado Los Masis. Con ellos grabó su primer sencillo, “Sucu Sucu” de 1971, luego vendría 3 más en 7 pulgadas y 2 long play: “Fabulosos” y “Volumen 2”, que hoy son piezas de colección. Con ellos realizó innumerables presentaciones en todo el país y en el exterior obteniendo premios y reconocimientos como el 1er. Lugar en la categoría de conjunto vocal instrumental en el IV Festival Nacional de la Canción Boliviana realizado en la ciudad de Oruro, entre muchos otros. Por entonces también realizó varias grabaciones con Tito Antonio Durán de Radio La Plata y Ever Baptista de Radio Loyola.
En 1975 participó en el Festival de la Canción Nacional en Tarija, logrando el 1er. Lugar en la categoría Trio Instrumental, conjuntamente el maestro guitarrista Edgar Ángel Navarro y el quenista Armando Vargas. Los grandes grupos folklóricos bolivianos, como los conocemos hoy, habían surgido del “boom” del folklore boliviano protagonizado por Ernesto Cavour, Gilbert Favre y Alfredo Domínguez, con quien Paniagua tuvo la oportunidad de tocar acompañando con su charango a la guitarra más preciosa de la historia del folklore boliviano. Esta corriente musical se conoció como Neo Folklore, que notoriamente se diferenció de los grupos de la época dorada del folklore que tenía en Raul Shaw y Gladys Moreno a sus máximos exponentes, por la incorporación de instrumentos nativos como bombo, vientos y el charango boliviano. Las producciones de compleja ejecución instrumental se denominaban “Alto Folklore” con representantes como William Ernesto Centellas o Ernesto Cavour, grupo al que sin lugar a dudas pertenece también Felipe Paniagua, quien a su vez acercó al mundo del charango al hoy notable Eddy Navia. Sin duda, todos ellos músicos altamente inspiradores.
Paniagua, en sus primeros años en el mundo musical boliviano produjo una rareza discográfica. Se trata del único disco de “Llajua Picante”, un grupo conformado por los mismos integrantes de Los Masis que grabaron en 1972 novedosas versiones de música de Tchaikovsky, The Beatles y Santana, siendo pioneros en la interpretación de música clásica y rock en charango como forma de decirle al mundo que el charango, en su versatilidad y complejidad, había superado la discriminación histórica a la que había sido sometido por su origen mestizo.
En 1980 fundó el Centro Cultural Masis conjuntamente varios padres de familia de estudiantes de la escuela Daniel Calvo que recibían instrucción en instrumentos de viento y charango. Actualmente, este centro cultural continúa formando a jóvenes talentos de la ciudad de Sucre a la cabeza de Roberto Sahonero. A principios de 1982 deja Sucre para realizar estudios universitarios en la Facultad Nacional de Ingeniería de Oruro. A la vez, como parte del programa de expansión del Centro Cultural Masis, es Instructor de charango y guitarra en el Colegio Jesús Maria y la Escuela San Pablo.
Paralelamente a su actividad universitaria forma parte del grupo “Punchay”, con quienes participa en varios festivales en La Paz, Cochabamba y Potosí; asimismo, realiza presentaciones en Perú y Chile, para promover el Carnaval de Oruro. Poco después integró uno de los primeros grupos vocales del país, el Sexteto Quirquincho, vigente hasta hace poco y con quienes realizó innumerables presentaciones en nuestro país, además de representar a Bolivia en Festivales como Festifront, Festival Latinoamericano de Folklore en Chile y en el Festival Internacional de Cosquín en Argentina el año 1986; además de participar en la grabación de un disco Long Play con el Sello discográfico Lyra. Los “quirquinchos” interpretan uno de los temas más apreciados por los orureños, se trata de “Oruro Querido”, composición de Arturo Peñaranda inmortalizada por el Sexteto Vocal Quirquincho. En 1991, por invitación del Gobierno de la ciudad de Montreal, asisten a los Festivales mundiales de Folklore de Lachine y Cornwall en Canadá el año 1991, asimismo realiza una producción discográfica en este país en formato cassette.
En 1996 recibe una invitación especial del Maestro William Ernesto Centellas para organizador el 2do. Congreso de Charanguistas y el 1er. Encuentro Internacional de Charanguistas llevado a cabo en la ciudad de La Paz, evento que reunió por primera vez a charanguistas de todas partes del mundo. A su retorno a la ciudad de Oruro, organiza la Sociedad Boliviana del Charango (SBC) Filial Oruro, siendo su primer presidente.
Paniagua es un incansable promotor de la práctica del charango en el país y como tal fue permanente impulsor de la SBC y recurrentemente, jurado en concursos y festivales de música folklórica como los históricos: Festival Nacional de la Canción Boliviana “Aquí Canta Bolivia” y el Festival Internacional del Charango en Aiquile, donde en 2002 fue nombrado “Charanguista Notable del Año”.
En 2005, en el VI encuentro Internacional de Charanguistas, es reconocido como “Maestro del Charango” por la actividad desarrollada durante toda su vida artística y su contribución a la divulgación de este instrumento. Posteriormente, se le designa Vicepresidente de la SBC; durante su gestión, y a la cabeza del maestro Alfredo Coca, organiza la ¨Orquesta de los 1000 Charangos ¨ que obtuvo el récord Guinness por la ejecución musical conjunta de aproximadamente 1200 ejecutantes en Potosí y 1300 en Cochabamba. Para ello, preparó a las diferentes representaciones con talleres en las ciudades de Oruro, Sucre, Potosí, La Paz y Cochabamba, motivo por el cual recibió el reconocimiento del Ministerio de Educación y de la Gobernación de Potosí.
En los últimos años realizó muchas presentaciones como Maestro Concertista organizadas por la SBC en varias ciudades del país. En agosto de 2019 participa como Concertista de Charango con el grupo Arcilla de Colombia en el Festival Internacional de Cultura de Boyacá-Tunja. Su más reciente producción musical como solista la realizó en el estudio de grabación Javivi Records de la ciudad de Oruro y está disponible en plataformas virtuales como ReverbNation.
Sus amigos le llaman “lagarto”, adjetivo que cariñosamente usa él para referirse a los más cercanos. Un lagarto viajero como los grandes músicos bolivianos que pasean su arte por Bolivia sembrando identidad y por el mundo entero como embajadores de nuestra música. En la actualidad, radicado en Buenos Aires dedica su tiempo a grabar, a disfrutar de cuanto evento musical de calidad se presente; y desde ya, a entrar en diálogo musical con charanguistas bolivianos y argentinos. De tanto en tanto toma los pinceles para expresar su arte en obras de acuarela que regala a sus seres queridos como testimonio de quien transita el mundo recogiendo con la mirada los bellos paisajes que encuentra en su paso. No cabe duda que Felipe Paniagua es un artista total y que su aporte a la música boliviana no ha pasado desapercibido.
Cavour, Centellas, Paniagua… son héroes del charango. Gracias al trabajo de esa generación de músicos virtuosos, el charango nunca más fue vilipendiado; todo lo contrario, ahora es un instrumento respetado, de encanto universal y por siempre un orgullo boliviano.
El autor es comunicador social, músico y docente universitario