sábado, noviembre 2
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Encanto en el reposo eterno: Descubra los cementerios más fascinantes de Bolivia

Visitar una ciudad normalmente implica pasear por su centro histórico, ver sus monumentos, probar su gastronomía, experimentar su vida nocturna, disfrutar de la naturaleza, etc. Todas estas actividades nos enriquecen y nos muestran la esencia de los destinos a los que llegamos. Pero, como en todo, hay otras formas y otros caminos que nos pueden mostrar detalles ocultos de las ciudades. Y en Bolivia, donde la historia y el pasado se esconden en cada esquina, existen formas increíbles de percibir nuestras ciudades desde otras perspectivas.

Existe un lugar en cada ciudad donde el mundo de lo místico y lo oculto se encuentra cara a cara con la realidad. Un espacio donde la memoria, el recuerdo, el pasado, el arte y la historia armonizan para crear un discurso único: los cementerios.

El hogar de las memorias, donde descansan eternamente nuestros antepasados. Los cementerios son un resumen concentrado de las épocas de la ciudad, de los valores, de la arquitectura, las tendencias sociales y los recuerdos de cada momento. En ellos, podemos encontrar rastros de las coyunturas más importantes de nuestra historia nacional, así como huellas de las vidas individuales de familiares y amigos. Así, visitar los cementerios de las ciudades en Bolivia no tiene por qué ser una experiencia oscura o tétrica, sino que se convierte en un paseo por los caminos de la historia y del recuerdo.

En nuestro país, los cementerios generales se crearon por Decreto Supremo de Antonio José de Sucre y en 1826 empezaron a aparecer los primeros campos santos oficiales en Cochabamba, La Paz y Potosí. El cementerio de Santa Cruz también se creó en ese año, pero no funcionó hasta 1834. Unos años más tarde, Oruro abriría su propio cementerio, en 1886. En Sucre, el cementerio se construyó en 1892, pero con planos y diseños que se habían establecido en 1790. Hoy, cada uno de estos espacios es un tesoro regional y nacional, varios de ellos fueron declarados Patrimonio Cultural, debido a su importancia histórica, arquitectónica y social.

Pero, más allá de las tumbas de personajes relevantes, ¿qué podemos ver en los cementerios?

Hay más de una respuesta a esa pregunta. Podemos encontrar, por ejemplo, joyas arquitectónicas de distintos estilos, estatuas de delicada y melancólica belleza, textos y epitafios interesantes, grupos y espacios pertenecientes a las distintas comunidades que viven en las ciudades y muchísimo más.

En el Cementerio General de Cochabamba, por ejemplo, tenemos los lugares de descanso eterno de grandes personas, como Adela Zamudio y Avelino Nogales. Pero también podemos encontrar desde mausoleos de estilo Neoclásico con blancas columnas jónicas, hasta tumbas de diseño Art Deco, fluidas y armónicas rodeadas de estatuas forjadas en hierro. Además, tenemos la oportunidad de pasearnos por los distintos sectores sociales que hicieron vida en Cochabamba: el Cementerio Árabe, con su larga historia y elegancia; el Cementerio Alemán, cargado de memorias y momentos importantes; el Cementerio Croata, de comunidad fuerte, y el Cementerio Israelita, único y sobrio.

El Cementerio General de La Paz nos lleva por los caminos de nuestra historia. Este espacio contiene las tumbas de figuras históricas, como Marina Núñez del Prado, Franz Tamayo y German Busch, además de tener en su interior mausoleos dedicados a momentos históricos muy importantes: Mausoleo de la Guerra del Pacífico, de la Guerra del Acre y de la Guerra del Chaco. La belleza de este cementerio es tan grande como su extensión, de más de noventa mil metros cuadrados.

Otros dos camposantos importantes son los de Potosí y Sucre, íntimamente relacionados. Repletos de personajes históricos, presidentes de la república y figuras míticas, estos cementerios presentan una belleza etérea, bañados en la luz del sol, tesoros de nuestro legado e historia. Y por supuesto, los cementerios de Oruro y Santa Cruz no se quedan atrás, con sus espacios de amplia importancia histórica, ultima cama de descanso de grandes figuras bolivianas, como Pantaleón Dalence (Oruro) o Noel Kempff Mercado (Santa Cruz).

La belleza arquitectónica y la importancia social e histórica de nuestros cementerios nos queda claro. Pero hay un aspecto más que sobresale en estos espacios: nuestra cultura. En Bolivia, la muerte no significa más que otro paso, una nueva etapa. En Todos Santos, los cementerios se llenan de vida, de visitas, de familias que se reencuentran espiritualmente con quienes nos dejaron. A lo largo del año, las tumbas lucirán flores frescas, en recuerdo del cariño y el amor que esas personas tuvieron en vida. Nuestros cementerios son la muestra de que la historia vive en nosotros y que nuestros recuerdos todavía perduran para guiarnos hacia el futuro.

Caminando entre nuestros antepasados, entre las obras de arte y las blancas paredes de nuestros cementerios, nos damos cuenta una vez más de que nacimos, vivimos y seremos recordados en Una Gran Nación.

Vía: LOS TIEMPOS

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