Televisión, películas en cines, internet, redes sociales y variedad de productos ofrecidos en el comercio, mercados y supermercados de Bolivia, hacen que Halloween crezca cada vez más y que las tradiciones de Todos los Santos y Día de los Difuntos pasen a un segundo plano, aunque la fe del pueblo creyente muestre respeto a las almas.
Para Todos los Santos y el Día de los Difuntos se arman en los hogares mesas con flores, diversidad de masitas, frutas, caramelos, “t’antawawas” (niño de pan en aymara), platos y bebidas. Además los cementerios se llenan de personas que llevan figuras de panes; diferentes tipos de flores que colman la mayoría de las tumbas e incluso se escuchan coplas interpretadas por grupos musicales. En los camposantos, todo es movimiento y color, con el fin de honrar y “dar la bienvenida” a los difuntos.
Sin embargo, la diversión y la bulla de la fiesta extranjera que, producto de la globalización gana más adeptos, hace que desde fines de septiembre ya se realicen preparativos hacia el 31 de octubre y días previos, propicios para negociar con todo tipo de representaciones.
Personas que critican Halloween terminan de todos modos adquiriendo disfraces para que sus niños salgan por las calles pidiendo golosinas con la típica frase “dulce o travesura» (trick or treat); organizando fiestas con esa temática; decorando lugares con figuras grotescas alusivas a esa celebración y realizando juegos, donde el misterio, susto, terror e –incluso– el estremecedor satanismo le dan un supuesto “toque mágico” a la fecha.
Los días de Todos los Santos y Difuntos sobreviven con perfil más bajo y son transmitidos con acciones y festejos diferentes, frente a la celebración foránea. Los esfuerzos de instituciones locales y gubernamentales así como de la Iglesia Católica y las propias familias, parecen perder potencia con el paso de los años.
Varios historiadores afirman que la víspera del 1 de noviembre se celebraba “Sambein”, fiesta celta que marcaba el final del verano y las cosechas e introducía días de frío y oscuridad. La creencia era que el dios de la muerte hacía volver a los muertos. A esta vigilia se llamó “All Hallow´s Even” (Vigilia de Todos los Santos) y su importancia creció al mismo tiempo que se transformó hasta llegar a ser “Halloween”, mezcla de tradiciones de inmigrantes a Estados Unidos que se establecieron con sus disfraces así como con sus pedidos puerta a puerta de fruta y nueces, de acuerdo al texto de Rocío Muñoz-Ledo en la página de CNN en español. La celebración de inicio fue inofensiva; pero con los años adoptó características dañinas para la sociedad.
El periódico colombiano El País en su nota sobre el significado de Halloween en la Biblia, dice que se asocia en el imaginario cristiano a experiencias que ésta condena. “La adivinación, la invocación a los muertos, los rituales satánicos y la hechicería son prácticas que se mencionan en la Biblia y que son claramente desaprobadas”.
En cuanto a la festividad de Todos los Santos, el diario en línea español “As” señala que nace de la decisión del Papa Bonifacio IV para consagrar el “Panteón de Agripa” al culto de la “Virgen y los mártires”. Se conmemoraban a santos anónimos y desconocidos. El Papa Gregorio III (731-741) cambió la fecha del 13 de mayo al 1° de noviembre. Este cambio se dio por la conversión al Cristianismo de pueblos de tradición pagana.
Sobre el origen del Día de los Difuntos, añade que se encuentra en el año 998, cuando fue instituido por el monje benedictino San Odilón de Francia. Esta celebración que tiene lugar el 2 de noviembre fue adoptada por Roma en el siglo XVI y a partir de entonces comenzó a rememorarse entre los católicos de todo el mundo.
La celebración se basa en la teoría de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica; sin embargo, se les puede ayudar a conseguirla con rezos y misa.
Mucha gente en nuestro país, espera que íconos de moda como dráculas, vampiros, brujas, zombis y otros monstruos dejen de irrumpir para dar mayor espacio a la celebración de Todos los Santos y Día de los Difuntos. Se desea también que plegarias a cambio de pan, “t’antawawas”, flores multicolores y música sirvan de marco el 1° de noviembre desde el medio día (cuando se reciben a las almas) hasta el 2 de noviembre a la misma hora (cuando se las despide y ellas dejan este mundo terrenal).
Halloween llegó a Bolivia hace años para quedarse y se debe convivir con esta festividad; pero haciendo respetar primero –para eso están el gobierno, la Iglesia Católica y la sociedad en general– el 1 y 2 de noviembre, fechas que no sólo se componen de leyendas, conocimientos transmitidos de generación en generación y de representación cultural; sino que logran que la población comparta sentimientos de identidad y respeto a la diversidad cultural.
BD/RPU
Via: Brújula Digital